Rosario Castellanos cultivó todos los géneros, especialmente la poesía, la narrativa y el ensayo; colaboró con cuentos, poemas, crítica literaria y artículos de diversa índole en los suplementos culturales de los principales diarios del país y en revistas especializadas de México y del extranjero. En Exelsior colaboró asiduamente en su página editorial, desde 1963 hasta 1974. Se inició en la literatura como poeta; desde 1948 hasta 1957 sólo publicó poesía. Balún Canán, su primera novela, lleva ya un gran número de ediciones y ha sido traducida a muchas lenguas. Esta novela junto con Ciudad real, su primer libro de cuentos, y Oficio de tinieblas, su segunda novela, forman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana de este siglo. Los convidados de agosto, su segundo libro de relatos, recrea los prejuicios de la clase media provinciana de su estado natal, y Álbum de familia, el tercero y último, los de la clase media urbana. En 1972, Rosario Castellanos reunió su obra poética en el volumen intitulado Poesía no eres tú. Desde 1950, año en que publicó su tesis Sobre cultura femenina, la escritora no dejó nunca de incursionar en el ensayo. En vida publicó cinco volúmenes y póstumamente otros dos. De toda su obra, incluyendo su único volumen de teatro, El eterno femenino, se desprende una clara consciencia del problema que significa, para su autora, la doble condición de ser mujer y mexicana.
Datos tomados de Diccionario de escritores mexicanos, Tomo I, UNAM, México, 1988, de Álbum de familia como plano de su última época. Dos caras de un mismo rostro. En ambas obras el personaje principal es una mujer, en la primera una mujer ladina quien por su pobreza se encuentra en el límite social que divide al ladino del indígena. En la segunda obra es una mujer intelectual quien, a través de un soliloquio, confecciona nuevamente, punto por punto, la historia de su vida.
La mujer es el centro del pensamiento y la obra literaria de Rosario. Dirige hacia ella distintos tipos de miradas que pueden ser de ternura y compasión hacia las mujeres indígenas o las jóvenes de clase media o alta obligadas a permanecer en el encierro y a casarse con quien conviene a los intereses de la familia; o bien se burla de quienes, por comodidad o temor al cambio, admiten situaciones indignantes.
Dentro de los tipos representados por sus personajes femeninos destacan las mujeres que, de alguna manera se venden o son vendidas, sin que importe su clase social; las que son acosadas por no tener hijos varones, las indígenas violadas cruelmente, las jóvenes de clase alta, que al no ser requeridas para el matrimonio pasan a engrosar las filas de las “quedadas” con menos libertad que las solteras, las que son crueles con otras mujeres, las que toleran la infidelidad, y por último las que quieren atreverse a hacer lo que les está vedado, como tener una amante o saber sobre la sexualidad, lo que provoca que sean excluidas de la sociedad para siempre. Dentro de este último grupo, pero con características especiales están las intelectuales, quienes enfrentan una lucha consigo mismas y con la sociedad, entre su deseo de realizarse profesionalmente y las presiones exteriores. En Álbum de familia, ubicado en una época reciente, los personajes analizan el punto:
En México las alternativas y las circunstancias de las mujeres son muy limitadas y muy precisas. La que quiere ser algo más o algo menos que hija, esposa y madre, puede escoger entre convertirse en una oveja negra o en un chivo expiatorio; en una piedra de escándalo o de tropiezo; en un objeto de envidia o irrisión. (p.149)
La mayoría de las mujeres de nuestra autora, ya sean blancas o indígenas, ricas o pobres, con excepción de unas cuantas en Álbum de familia, son ignorantes, sumisas y silenciosas.
Rosario nos enseñó no sólo con sus textos, sino con su vida, a buscar el camino para el encuentro con nosotras mismas y para nuestra realización personal. A no quedarnos como su personaje Idolina, encerradas, inmóviles, rumiando la amargura, sino a salir a enfrentar la vida:
Álbum de familia es una novela corta luminosa, ágil y desconcertante. En ella, la prosa narrativa de Rosario Castellanos (1925-1974) -entre las más limpias y logradas del siglo XX- exploró nuevos espacios, trastocando el pensamiento mágico, la poesía y el patetismo de sus primeros libros por el discurso lógico, la prosa y el humor. La misma Castellanos apuntó que en las páginas de Álbum de familia cabe la posibilidad de reír. ¿De qué? Tal vez, como ella misma lo sugirió, de la desproporción entre el fin y los medios de un grupo de amigas atadas por su ruptura con el limbo del ideal femenino. "La mujer que abandona ese limbo es para entrar en el infierno de la lucidez", escribió Castellanos. "Una lucidez que hay que graduar, que hay que disminuir, que hay que, definitivamente, aplastar. Pero que, a veces, insiste en renacer".
Matilde una escritora mexicana acaba de ganar el máximo premio a las letras, Victoria su asistente le da unos datos importantes a una periodista.
“La escasez es susceptible de convertirse en sinónimo de selección. Además cada una representaría un sector social muy vasto e influyente. Describa usted este acontecimiento como una manifestación de solidaridad de las mujeres de México hacia quien, rompiendo las cadenas ancestrales, ha conquistado para su patria el laurel inmarcesible. Si, dije inmarcesible. Dosifique usted los adjetivos de manera que las señoras no se alarmen ni los señores protesten. Pero de manera también que las jóvenes sientan que es lícito admirar este ejemplo y que es posible imitarlo. Saque a colación, si es preciso, a Sor Juana. En fin, usted conoce su oficio, ejérzalo a conciencia.
-¿Para qué?
-Ya hemos hecho un mito que por lo menos nos sea útil; que abra perspectivas nuevas a las mujeres mexicanas, que derribe los obstáculos que les impide avanzar, ser libres.
-Pero usted está hablando de una época abolida. De hecho somos libres.
-Pero de derecho no. ¿Podemos siquiera votar?
-Podemos. Pero ¿Qué importancia tiene nuestro voto en México? Hasta un recién nacido sabe como funciona la maquinaria electoral.
-No, contra lo que usted cree las generaciones actuales no han llegado a ser libres sino únicamente cínicas y conformes,
Matilde, la escritora laureada habla sobre la poesía.
-Están hablando de la poesía como un bien o una obligación elegibles, renunciables, en todo caso, de un hecho voluntario que, en última instancia, puede justificarse. Pero yo sostengo que es una fatalidad, un destino que se nos impone y que hemos de cumplir o perecer.
-¡Nadie se muere por no escribir versos, Matilde!
-No he dicho versos; he dicho poesía.
-¿Y cómo se manifiesta ese destino?
-Se abre, dentro de nosotras, una especie de vacío, una ausencia que no se colma con nada, un abismo que nos obliga a asomarnos constantemente a él, a interrogarlo, aún a sabiendas de que, desde sus profundidades, no ascenderá jamás ninguna respuesta sino el eco, amplificado, deformado, irreconocible ya, de nuestra pregunta.
-es un quehacer absorbente.
-estamos absortos. Y los que nos rodean no advierten más que nuestra distracción nuestra falta de interés en los asuntos comunes y se desesperan y nos hacen reproches y acaban por abandonarnos. No es que el poeta busque la soledad, es que la encuentra.
Las discípulas de Matilde haciendo remembranzas.
-Teoría literaria! ¡Ella!
-yo no esperaba aprender mucho acerca de la materia. Pero si encontrar la respuesta de las preguntas que mas me atormentaban. Y las encontré- admitió Elvira después de una pausa-, pero eran tan ambiguas como las de Sibila de Cumas.
-¿no eran ambiguas también las preguntas?- quiso averiguar Cecilia.
Elvira sonrió a esta figura rediviva de sus perplejidades, de su juventud, de su pasado.
-También, naturalmente. Pero poco a poco fueron haciéndose más precisas, más nítidas. Hasta que un buen día ya pudimos declarar sin rodeos, que teníamos una vocación y que esa vocación era la de ser escritoras.
-¡Que pena con los muchachos!- se ruborizó todavía Josefa-. Se burlaban de nosotras y nos ponían apodos.
-Las vírgenes fuertes- apuntó Susana dándoselas de enterada.
-Que más hubiéramos querido!-contradijo Elvira desentendiéndose del origen de esa aseveración-. “las tres parcas”. ¡Y con qué terror huían de nosotras nuestros compañeros!
-¿Pero qué tal a la hora de los exámenes? Nos llovían las invitaciones al cine, a tomar un café, a dar una vuelta al parque…
-Entonces llegaba el desquite. Y escogíamos al que nos caía mejor para que se sentara al lado nuestro durante la prueba y pudiera copiar lo que escribíamos.
-Yo siempre tuve la sensación de que tampoco les simpatizábamos a los maestros. Adoptaban hacia nosotras actitudes de una cortesía, de una caballerosidad tas excesivas que tenían, forzosamente que ser falsas.
-Era- aseguraba Victoria- su método para reducirnos a calidad de damas, para despojarnos de nuestras armas de combate.
El matrimonio es el ayuntamiento de dos bestias carnívoras de especie diferente que de pronto se hallan encerradas en la misma jaula. Se rasguñan, se mordisquean, se devoran, por conquistar un milímetro mas de la mitad de la cama que les corresponde, un gramo más de la ración destinada a cada uno. Y no porque le importe ni la cama ni la ración. Lo que importa es reducir al otro a esclavitud. Aniquilarlo.
-Exageras. Muchos matrimonios perduran.
-Porque uno de los dos se rinde. En México es habitualmente la mujer. Antes de presentar la primera batalla se hace la muerta y asunto concluido.
Compilación: Martha Romero
muy buena
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